Nota publicada en Hendersononline el 5 de diciembre de 2010.
Menores en los institutos: dialogamos con una persona que trabaja en un lugar de encierro.
A raíz de los últimos casos policiales en nuestra ciudad que involucran a menores, Hendersonline dialogó al respecto con una persona que trabaja en un instituto en la ciudad de La Plata.
El último caso resonante en Henderson que involucró a un menor de edad en un hecho delictivo fue el intento de asalto que sufrió una vecina hace poco más de dos semanas. Y el chico fue trasladado a un instituto. Pero anteriormente habían ocurrido otros hechos. Cosa impensada años atrás en un pueblo que, entre otras cosas, se caracterizaba por su tranquilidad.
“Me desempeño como coordinador de política socioeducativa en el instituto de menores Nuevo Dique, en la ciudad de La Plata”, se presenta Antonio, y agrega: “Desde 2008 realizamos con los chicos que se encuentran detenidos un taller de comunicación, también revistas y grabaciones radiales”.
-¿Qué clase de chicos se encuentran en los institutos de menores en general?
-Son chicos a los que la sociedad no ha integrado nunca. A mí me da qué pensar cuando hablan de la reinserción de estos chicos, ya que nunca tuvieron una sola oportunidad. Son hijos de la década desastrosa del menemato. Sus padres, los que todavía los tienen, han sido dejados sin trabajo, y ellos, a muy temprana edad tuvieron que enfrentar la calle, la droga y la discriminación de la sociedad.
-Todos, en cuanto individuos que formamos parte de una comunidad, somos culpables de esta situación. ¿Es así?
-Cuando un chico queda sin proyecto de vida como consecuencia de lo antes mencionado, es un peligro para él mismo y para toda la sociedad que lo rodea, pero ésta no le da contención, ni comprensión, ni nada. Después, cuando uno de estos chicos comete un delito, salen a pedir pena de muerte y un montón de barbaridades por el estilo; pero ese chico no salió de un repollo, estuvo tirado, sin proyecto mucho tiempo porque nadie hizo nada. Cuando digo nadie me refiero a toda la sociedad. Nos echamos la culpa unos a otros: que la familia, que la escuela, que el Estado; pero eso no cambia la realidad. Todos los miembros de la sociedad somos responsables; si no empezamos a ver esto, nos volverá a pasar, no tengan dudas.
-En ciudades chicas, como Henderson, los vecinos estaban acostumbrados a no tener este tipo de situaciones, pero ahora es una realidad.
-Antes creíamos que estos casos que aparecen permanentemente en la televisión sucedían solamente en las grandes ciudades; hoy sabemos que no. En cualquier lugar del interior siguen apareciendo estos casos, es un problema que debemos resolver entre todos. Hay que dejar de mirar para otro lado y hacerse cargo si queremos que no nos pase a nosotros.
Los pueblos originarios no conocen la palabra YO, cuando alguien de la comunidad tiene un problema, se refieren al caso diciendo TENEMOS un problema. En nuestra sociedad actual la palabra que más usamos es el YO, y así nos va.
-¿Son recuperables los chicos que están en los institutos?
-Estoy seguro de que se pueden recuperar. Pero para eso se necesitan políticas de inclusión social, reforzar la educación, hablar y contener a las familias. Es decir, más políticas sociales y menos policías y seguridad. Está comprobado que en todos los lugares del mundo bajó el nivel de marginalidad y delincuencia con mayores inversiones en políticas sociales.
Los chicos necesitan ejemplos de los mayores; si éstos están ausentes o desinteresados, los dejarán huérfanos de proyectos, sin expectativas y sin futuro. No digo que sea fácil de resolver el tema, pero sí que debemos hacer un esfuerzo todos para que la situación cambie; si no, después no nos quejemos cuando pasen este tipo de cosas en un pueblo. Si no nos hacemos cargo hoy, mañana aparecerá otro caso, sin dudarlo. Sería muy desagradable que en lugares tan chicos, donde todos se conocen, dejaran de respetarse y terminaran viviendo con miedo, con rejas, con desconfianza en el otro y exigiendo mano dura.
Antonio Ferreiro es oriundo de la ciudad de Baigorrita, partido de General Viamonte, y está casado con la Hendersonense Rosana Rojas, licenciada en psicología.